miércoles, 8 de julio de 2015

Paulina Juszko: sus respuestas y poemas - Entrevista de Rolando Revagliatti

Continuamos hoy con la publicación de la entrevista realizada por Rolando Revagliatti, a la escritora Paulina Juszko.

 












 7 - ¿Concepción de la literatura?...

          PJ - En literatura también hay modas (o tendencias, como quiera llamárselas). No le lleves a un editor una simple narración con pies y cabeza, por interesante que sea, porque no te dará ni cinco de bola. Hoy la moda es, entre otras cosas, insertar en una novela pesadas disquisiciones sobre temas científicos o filosóficos. Umberto Eco declara que el lector no ama la facilidad, que hay que proponerle la ficción a la manera de un teorema. Yo me pregunto de qué tipo de lector habla; evidentemente de una élite supersofisticada…; y también si no será por esto que la gente lee cada vez menos. Por mi parte, si mi propósito es informarme sobre un tema determinado, no recurro a una novela, busco el texto adecuado y me dispongo a hacer un esfuerzo intelectual —si es necesario— por pesada que me resulte la cosa. Pero si abro una novela, quiero que me deleite, me atrape, me entretenga, me conmueva, me haga reír y hasta pensar un poco también, pero sin ese esfuerzo que requiere el aprendizaje. Trato de escribir libros así y, por lo que dice la mayoría de mis lectores, lo estoy logrando.

          Me interesa la fama porque es la única manera de luchar contra la muerte y justamente porque es “puro cuento”, para ser consecuente (hasta el final) con mis ideas; el dinero sólo en cuanto evita angustias bajunas y degradantes, y procura placeres que se consideran suntuarios, pero son indispensables para el hombre actual, tremendamente sofisticado. 



          


8 - ¿Temas?


          PJ - Me atrae  lo que piensan y sienten las mujeres, de las más simples a las más complicadas. Los varones son generalmente de una pieza, monotemáticos, y por eso resultan tan aburridas las narraciones o filmes cuyos personajes son exclusivamente varones. Lo que le pone sal a las historias es la sutileza, el retorcimiento, la indefinición y, a menudo, la superficialidad del alma femenina, ya sea que habite en mujeres o en homosexuales. Mil veces más interesante que los pensamientos de un guapo o un malevo me parece lo que se le cruza por la cabeza a una mujer mientras lava los platos o pela papas. La mujer es mucho más sofisticada que el varón; no en balde las novelistas tienen tanto éxito en esta época. Se podría decir que la mujer todavía posee un alma, mientras que al varón sólo le queda cerebro. ¿Nos habrá durado más (el alma) porque adquirimos mucho más tarde el derecho a tenerla?



          9 - ¿Rememorarías un viaje a Francia con el que fuiste premiada? ¿Hubo otros?


          PJ – Había obtenido el mejor promedio del país en el examen final de mis estudios en la Alianza Francesa. Me reportó el “Brevet d’aptitude à l’enseignement du francais hors de France” otorgado por la Alianza Francesa de París, y el “Certificat d’études pratiques de prononciation francaise” del Instituto de Fonética de la Sorbona.

Fue mi primer viaje a Europa, en transatlántico —todavía los había—, quince  días en el océano, una experiencia inolvidable. Luego viajé varias veces más, en avión por supuesto. Pero durante esa travesía inaugural me hice amiga de una pareja de jóvenes homosexuales —un  francés y un brasileño— que me invitaron a recorrer con ellos la Costa Azul: quedé deslumbrada.

          Con París no fue un amor a primera vista; de entrada me dio la impresión de una prostituta que se vende al mejor postor, por la cantidad de extranjeros que la transitaban ya en ese entonces. Tuve que recorrerla en subte y a pie, conocerla en profundidad, hacerme de amigos franceses en sucesivos viajes para llegar a amarla. Actualmente es mi preferida entre las ciudades que conozco, tiene un charme particular, que le confiere en gran parte el Sena, el más bello de los ríos en mi concepto, el más inspirador, con su manso fluir, sus péniches y la perspectiva de sus puentes…

          Durante mi primera estadía en París, que fue larga: seis meses, viví en el Pabellón Argentino de la Ciudad Universitaria; en ese entonces residía también allí el pianista Miguel Ángel Estrella, y tuve ocasión de conocer el taller del pintor Antonio Seguí en los suburbios de la ciudad, pues era amigo de mi ex marido, Nelson Blanco, quien también estaba en París por haber ganado el premio Braque de pintura. Otros amigos pintores, los Morales, me hicieron conocer Normandía, en el noroeste de Francia.

Como tengo mi costado superficial y me gustan las pilchas, poco después de llegar a París me fui a las Galeries Lafayette y me gasté casi toda la plata que había llevado (que no era mucha). Este despilfarro me obligó a buscar un trabajito para seguir subsistiendo y así fue como me relacioné con dos familias francesas, cuyos niños cuidaba una vez por semana. Uno de estos chicos, un rubito cara de ángel de unos seis años, era muy particular: me tocaba el culo cuando salíamos de paseo, se metía debajo de mi pulóver y me acariciaba sensualmente la espalda, me pedía que me quedara a dormir en su cama para poder tocarme toda y hasta me propuso matrimonio…; yo no me animaba a decirle nada a su madre por temor a perder el trabajo. Esa gente me apreciaba mucho y me escribió durante años. Son anécdotas graciosas, como cuando tuve que cambiarle por primera vez el pañal a Guillaume, un bebé de seis meses, y no sabía cómo se hace; y no eran los pañales de ahora, entonces se usaban alfileres de gancho, era más complicada la cosa.

          Me gusta viajar para aprender; pero no sólo me interesan los museos, los monumentos, la arquitectura, los paisajes, soy curiosa de otras formas de vida: quiero saber qué comen, cómo se visten, qué leen, qué deportes practican…



          10 – En el “Petit Théâtre” de la Alianza Francesa de La Plata has dirigido piezas teatrales. ¿En qué lapso? ¿Cómo surgió la propuesta?


          PJ – Sí, hicimos obras de Georges Feydeau, Alfred Jarry, Boris Vian, Eugène Ionesco, entre otros autores; también espectáculos de café concert, teatralización de fábulas de La Fontaine y textos de La Bruyère (clásicos del siglo XVII), siempre en francés. Yo hice las puestas en escena y dirigí el grupo de alumnos y ex alumnos de la institución entre 1970 y 1992. Pero ya antes había actuado en ese teatro vocacional, que ya no existe. Fue por iniciativa propia que formé un grupo y empecé a dirigir, y siempre lo hice ad honorem. Presentábamos una obra cada año. Los ensayos significaban un gran esfuerzo para todos, porque sólo podían hacerse después de las veintidós horas y también los domingos, debido a las diversas actividades que desarrollábamos. Era muy difícil reunir a los actores, sobre todo cuando la obra tenía muchos personajes; yo me enojaba cuando faltaban, era una directora muy exigente, pero sólo gracias a una férrea disciplina esta actividad pudo prolongarse durante tantos años. Aclaro que en ese entonces yo tenía dos trabajos, así que los días de ensayo volvía a mi casa a las dos-tres de la mañana ¡en micro! Y también debía ocuparme de conseguir gente de buena voluntad para la iluminación, el sonido, el decorado…; a cuántos amigos molesté pidiéndoles muebles prestados… Pero era muy gratificante y el sacrificio había valido la pena cuando la obra se daba y todo salía bien. ¡Qué tiempos aquellos! Ahora me parece imposible haber hecho tanto por amor al arte.



          11 – Ya que integraste la redacción de la revista de humor platense “La Gastada” durante un par de años —1996-1997—, podrías describírnosla y contarnos qué es el “humor platense”.


          PJ – “La Gastada” fue una revista del Grupo B.A. Comics, promovida por la Facultad de Bellas Artes de la UNLP. Yo me integré al staff poco después de su creación y colaboré en ella hasta su desaparición por motivos económicos, como sucede con la mayoría de las revistas. La dirigía el dibujante Carlos Pinto y colaboraban, entre otros, Raúl Fortín, Ricardo Blota, Leo Bolzicco, Eduardo Lemos, Fabricio Frizorger, Diego Aballay… Ahí conocí a los humoristas Andrés Vendramín (André) y Leandro Devecchi, que fueron luego, conmigo, co-autores de “Criadero de cocodrilos”, sátira de la actualidad política y social argentina de fines del siglo XX y comienzos del XXI, con ilustraciones humorísticas.

          La revista se autodefinía como “humor platense de exportación”; el acotamiento “platense” se refería tanto a la procedencia de la gran mayoría de sus colaboradores como a la naturaleza local de muchos temas abordados. Yo surtía una sección feminista, otra de postales de la Argentina y una columna de perlas negras (absurdos generados por el mal uso del idioma en los medios). Algunos títulos de mis notas: “¿Lo manyás al hombre light?”, “De guapos, malevos y otras (malas) yerbas”, “Discriminaciones lingüísticas”, “¡No nos pisen la víbora, muchachos!”, “Histeriqueando”, “Cuentos clásicos para niñas feministas”… Yo era la única mujer en la revista y se me trataba con toda naturalidad, como un compañero más. Disfruté mucho esta experiencia.



          12 – Al menos una vez vi y lo escuché recitando —en 2001, en un Ciclo que yo conducía— al poeta platense Mariano García Izquierdo (1935-2006). Y vos fuiste columnista de su audición semanal “El Firulete”, en una FM de Berisso. ¿Cómo lo recordás a él y a su poética?


          PJ – Buen poeta y buen amigo. Recuerdo la frondosa glicina y su pequeño cuarto de trabajo en la casa de City Bell. Recuerdo su entusiasta colaboración con diversos emprendimientos del Centro Cultural “Difusión” de Berisso: el libro “Escritos y escritores de Berisso” (2000), la revista mensual “Dando la nota” y la radio. En 1999 tuve el placer de presentar un libro de Mariano: “Dulce Babushka”, poéticas postales de su infancia berissense; cito algo de lo que dije en esa ocasión: “¿Es Mariano el pibito que llora al comprender que no vivirá con ellos el constructor de su casa, que le hacía ver animalitos en los desechos de madera? ¿el que descubre las diferencias entre nenas y nenes a través del alambrado que lo separa de su vecinita rubia? ¿el que fuma zarzaparrilla en un bote? ¿el enamorado de Paulina Singerman? ¿el que se sueña abuelitas eslavas? ¿el que asiste a los dramas de esa bizarra y heterogénea humanidad que encontró su caldo de cultivo en la atmósfera del Berisso de los años 40? Todos son Mariano y Mariano es todos.” ¿Y qué mejor manera de recordarlo que a través de sus versos?:



No monta en el viento

ni lo desparrama la lluvia.


No lo deslizó la mansedumbre del río

ni lo puede prestar un sueño.



                                                                      (de “El amor que no se dio”)



          13 – Un grupo de teatro comunitario, asesorado por vos, llevó a escena “Arturo Seguí a la Elisa”, inspirado en tu libro “Vivir en Villa Elisa”. ¿Cómo resultó?


          PJ – Fue solamente un sketch que se representó en un Encuentro de Teatros Comunitarios, en la explanada del Teatro del Bosque de La Plata (2008). El grupo se deshizo poco después, debido a las dificultades para reunir un elenco estable y a la falta de un local propio. Esta iniciativa no suscitó en Villa Elisa el mismo entusiasmo que en City Bell, donde se formó un grupo numeroso, “La Caterva”, que aún sigue actuando.
 (Continuará)



         

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